Ferretería, cerrajería, suministro industrial y bricolaje.

Lunes, 23 Abril 2012 07:24

Los horarios se olvidan del comercio

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Llevábamos una buena época sin que se especulara sobre la libertad de horarios y aperturas bonificadas o libres de impuestos (casi).

Madrid ha sido pionera en muchas cosas y avances, pero históricamente va a quedar como la primera comunidad que ha implantado (o va a implantar) la liberalización total de horarios y de aperturas de nuevos establecimientos sin necesidad de esperar al trámite de la licencia de apertura.

La posibilidad de abrir 365 días al año y 24 horas al día, se antoja como algo excesivo para las posibilidades del comercio minorista. Lo cierto es que esta normativa posibilita a los más pequeños para abrir más, pero no se tiene en cuenta que, precisamente ellos son los que menos posibilidades tienen para tener la tienda abierta todo el día.

 

La Comunidad no ha tenido en cuenta la opinión del pequeño comercio y parece ningunearle, al darle largas para una serie de reuniones que aclaren posturas y determinen potenciales acciones compensatorias para los comerciantes.

Somos un poco pesimistas. Una vez que ya está asentado el nuevo gobierno autonómico y quedan lejanas las fechas de nuevas elecciones, tiene poco interés en escuchar a los comerciantes y, aparentemente, les rentabiliza más hacer concesiones a los grandes que tienen capacidad para efectuar aperturas y mantener abiertas las tiendas el horario que estimen conveniente, porque gozan de contratos temporales que no generan antigüedad.

No seguimos las corrientes europeas en las que el comercio nunca abre en festivo y sólo abren un sábado al mes. Utilizan horarios más restringidos entre las 9 y las 18 (17 en algunos casos), aunque nunca cierran a mediodía, práctica que aquí tenemos muy extendida.

Para el consumidor, cuanto más libertad tenga para comprar mejor, ya que le aporta una gran flexibilidad. Sin embargo es triste que dediques un festivo para comprar, en vez de disfrutarlo con tu familia. Salvo que la compra sea una diversión en sí, como adujeron cuando la eclosión de los centros comerciales.

El problema se puede plantear si ya no se cuenta con esos establecimientos cercanos y de confianza, donde te asesoran e informan debidamente sobre lo que necesitas, porque ya no estén al verse abocados a echar el cierre, porque han perdido su competitividad por la presión de los horarios abiertos y la imposibilidad de incrementar o mantener las actuales plantillas.

El consumidor tiene la palabra y debe elegir entre su comercio de confianza o la frialdad de una gran superficie, donde al final va a llenar el carro con cosas que no le hacen falta.

El comercio debe reflexionar sobre su propia situación y efectuar las adaptaciones al medio lo antes posible, con horarios más flexibles y adecuado a las condiciones de compra de sus clientes, bien domésticos o profesionales, potenciar el servicio y animar al cliente a visitar sus tiendas. Pero de ahí al libertinaje de horarios linda un abismo. Cada cual debe reflexionar sobre sus propias circunstancias, pero lo que si queda claro es que una ciudad sin comercios es una ciudad muerta.

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