Que voy a decir del buen Isidro, persona emprendedora, innovador, ganas hasta el último día, una gran vocación española a pesar de su insularidad, formador de grupos de distribución, cualquier cosa sectorial ha contado con su apoyo, colaboración y presencia, incluidas las ferias como Ferroforma y Colonia, sin olvidar su querida feria propia Ferrobox, cuya cadena aún mantiene, a pesar del descalabro de Nireo, un tema muy triste para una persona acostumbrada a cumplir con su palabra y compromisos. Habrá fabricantes que no estén de acuerdo con su política de marca propia o importaciones, pero él que esté libre de culpas que tire la primera piedra.
En fin, volviendo al pasaporte, era una de las bromas que me gastaba. Durante años he mantenida una intensa relación con las islas. Mi presencia en diversos actos, como la mencionada feria de Santana, comida de Arturo Acosta, reportajes a los grandes ferreteros canarios, nos estrecharon y muchos han sido los buenos momentos que hemos compartido con uno de los puros a los que era tan aficionado a fumar. Por eso me decía que me iba a solicitar un pasaporte canario por mi continua presencia en las islas. Isidro guárdamelo, por sí me hace falta para entrar en el cielo en el que tu permaneces y en el que seguro que tendrás influencias para que te abran, sólo para ti, la fábrica de puros, como ocurrió aquel domingo en La Palma. Sí, porque como yo  tenía que volverme a la península en domingo para otro actos profesional, Isidro logró que nos abrieran una famosa fábrica de puros palmeros para que pudiera comprar una única caja de puros. Hasta siempre querido amigo.