A grandes rasgos podría afirmarse que las cosas van un poco mejor a nivel de números. Las empresas, por lo general y olvidando la exportación, han logrado crecer, pero sin aproximarse a los dos dígitos. La calle no está tan fácil como la macroeconomía. La gente sigue con la marcha atrás puesta, porque no se fía de la situación, ya que la garantía de empleo no está garantizada y para generar empleos nuevos hay que impedir destruir los que ya tenemos.
La ferretería mantiene su línea habitual de estabilidad, ni grandes alegrías, ni grandes fracasos. Las grandes superficies y centros comerciales mantiene su nivel de incrementos, pero a costa de mayores inversiones y de forzar a los proveedores hasta límites insospechados e inaguantables para muchos.
Los “condenados a morir” las tiendas de barrio o proximidad, mantienen su buen nivel sin grandes alegrías. Las negativas previsiones de los especialistas de la moderna distribución han tenido que cambiarse sobre la marcha, porque al igual que los supermercados en la alimentación las tiendas de barrios han soportado mucho mejor la recesión, pero no de forma gratuita, sino con profesionalidad, servicio y atención al cliente. El día que “salten el mostrador” empezarán a creérselo de verdad y serán una alternativa seria de distribución y vía de colaboración con el fabricante.
En general, más de lo mismo, porque a finales de 2013 nos pronunciábamos de forma bastante similar. Esperemos cambiar el discurso el año próximo y que hablemos en términos positivos y de esa recuperación tan esperada, pero que como “el lobo”, casi nunca llega.
Expertos en economía y las propias previsiones del Gobierno tampoco nos dicen que vaya a ser el año de la recuperación. No creemos que vaya a existir otra recesión, porque los números no apuntan a ello, además que sería insoportable para muchas empresas y ciudadanos. Confiemos en que, por lo menos, las cosas se mantengan y se produzcan pequeños incrementos que animen a confiar a las empresas a evolucionar, porque en la innovación está el futuro y eso se puede apreciar en la exportación, en la que ayudados por la caída del €, se logran incrementos importantes ahora que lo chino ya no está tan bien visto y las empresas europeas pueden aprovecharse de ese efecto y colocar sus productos.